En el año 2008, para superar la crisis financiera iniciada con el derrumbe de las hipotecas subprime en EE.UU, los principales bancos centrales iniciaron una política monetaria extraordinaria y empezaron a inyectar liquidez en el sistema. Durante la tormenta vivida, en los inicios de la crisis financiera, surgió una nueva moneda electrónica, el Bitcoin (BTC).
No era la primera vez que se intentaba crear una divisa digital, desde el nacimiento de internet existieron numerosos intentos con resultado negativo dada la facilidad para duplicar la moneda y ocultar el doble gasto, es decir, que nadie utilice el mismo dinero digital dos veces. Un resultado transformado en positivo gracias a la aparición del Bitcoin.
Su autor, de identidad desconocida, resolvió el problema originando una cadena de bloques en la que todas las transacciones realizadas quedaban registradas y verificadas por una amplia red de ordenadores.
Satoshi Nakamoto es el seudónimo utilizado por el creador o grupo de creadores del protocolo Bitcoin.
A pesar de su desconocida identidad, el Nobel de economía, ha nominado al creador (o creadores) del Bitcoin a candidato a recibir el prestigioso galardón. Las dudas que rodean al caso de que finalmente gane el galardón en el futuro es si Nakamoto, sea quien sea, se presentará a recoger el premio en la ceremonia que se celebrará el próximo mes de diciembre.
Su principal diferencia con cualquier moneda del mundo es que no hay un país que establezca su existencia, no hay un banco central responsable de su emisión y regulación, no hay un órgano que disponga si se devalúa o se aprecia frente a otras monedas. Motivo por el que muchos lo han considerado, al no ser dependiente de la economía de ningún país, como una moneda refugio.
Algunas de las ventajas que nos ofrece esta moneda virtual, es la descentralización, como les he comentado anteriormente, la emisión, transacción y verificación se realizan sin un supervisor central, por lo que se registran en un libro contable descentralizado todos los intercambios en Bitcoin, siendo compartido por todos los ordenadores que participan en la red.
Es mediante esta forma como se soluciona el doble gasto, así como la ausencia de necesidad de disponer de una entidad central que controla nuestras transacciones, dando lugar con ello a una mejora de ahorro en costes, servicio y eficiencia.
El número máximo de unidades que pueden emitirse esta limitado a 21 millones, por lo que es una moneda sin inflación. Eso sí, cada Bitcoin es divisible a su vez hasta 100 millones de unidades.
En la práctica es más caro realizar compras con esta divisa electrónica, ya que para pagar en bitcoins previamente debes haberlo comprado soportando una comisión de entre un 6 y un 8 por ciento si lo has hecho en un cajero o cerca del 1 por ciento si lo has hecho en un exchange. Sin embargo, si un extranjero viene a España, probablemente prefiera adquirir bitcoins a euros, ya que las comisiones en este tipo de cambio son más bajas.
Entre los inconvenientes, no olvidemos, que todavía no ha sido aceptada por todos, así como su falta de recorrido y mejora de su posición a nivel mundial.
Si quieren invertir en bitcoins, deben de tener en cuenta que puede ser bastante volátil, por lo que se recomienda cierta prudencia y disponer de mucha información antes de invertir en cualquier criptomoneda, recuerden que su valor se basa en la ley de la oferta y la demanda.
Nos encontramos ante, al igual que la Banca de Inglaterra lo ha denominado, “El internet de las finanzas”, notando cada vez un mayor interés por los bitcoins. Así, aunque no todo el mundo esté de acuerdo con esta divisa digital, se ha presentado una tecnología que con el paso de los años cambiará las formas a la que estamos acostumbrados a operar.
No podemos predecir el futuro de la nueva moneda virtual, pero lo que sí parece cierto es que el Bitcoin continuará desafiando la forma de pensar que la gente y los gobiernos tienen sobre el dinero y las monedas.